Lo prometido es deuda, por lo tanto, y para evitar recibir cartas documento, va la primera anécdota de quién sabe cuantas. Quizá sean tantas que sientan su cerebro atosigado y al borde de la expulsión de tanto dato, emulando esos malestares estomacales chocolatosos, en los que aún al borde del colapso, uno le sigue entrando y entrando como si fuera la última vez.
Corría la primera semana de marzo, y la librería, local para el cual presté servicio durante varios años, estaba repleta de elementos que anunciaban el inminente comienzo de clases.
Carpetas con licencias varias, lapiceras con brillo, con luz, con plumas, con sellos...escuadras, marcadores con secretos inimaginables y muchas, pero muchas cosas más.
Me detengo en la enumeración acá, no sea cosa, alguien piense que estoy haciendo alguna especie de promoción o publicidad. Como esas en las que te llaman para regalarte un auto a pagar en cuotas que alcanzan, al menos, hasta la quinta generación de tu descendencia.
Como les contaba, el inicio del año escolar era una realidad palpable, así que era muy común una venta de un juego de transportador, escuadra y regla y terminar poniéndole un envoltorio de regalo, con papel brillante y un ostentoso moño dorado que disimulaba lo rata del regalo de alguna pariente.
Ella así lo quiso, ella pidió el papel brillante, el moño dorado, y la etiqueta de felicidades en un juego de geometría de $2.10. La había empezado a atender la encargada, había dado vueltas, “que stickers si, que mejor no, o bueno dos planchas así me quedo con una....”
En el medio de la venta sonó el teléfono, del otro lado del mismo un proveedor reclamaba el pedido de mercadería, así que, yo me hice cargo de la chica que seguía mirando stickers, en búsqueda de algún secreto milenario, de una joya del arte o simplemente de algo insignificante que la sacara del paso.
Nada la convenció, aparentemente, “la verdad” no estaba en ninguno de esos stickers brillantes y vanidosos que desfilaron frente a sus ojos. Así que se despidió de mí, antes que abandonara el local, le reclamé el pago de su “regalo” pero me dijo que ya lo había pagado.
Cuando la encargada terminó de hablar con el proveedor pasó a pedirme los $2.10, ante mi cara atónita que le explicaba que la chica ya le había pagado a ella.
Me indigné, sentí correr la furia por mis venas, porque le veo más sentido a el robo de una agendita, una lapicerita con linterna, algo que tenga mayor valor sentimental que un asqueroso juego de geometría.
Pero el destino, que a veces se hace amigo, me tendió una mano. A la semana me la encontré, yo estaba haciendo la ronda de bancos, ella cruzaba la calle con expresión despabilada. Entonces hice lo que tenía que hacer, la seguí, crucé la calle atrás de ella mientras con mi dedo índice apuntaba sobre su hombro al grito de “Hey, vos, che, che, vos!!”. Ella se dio vuelta con un gesto de sorpresa que le cubría todo el cuerpo, su cara mostraba desencajo al ver como una servidora le reclamaba el pago no efectuado al grito de “te fuiste sin pagar el juego de geometría, te fuiste sin pagar!”.
La señorita se tiñó de rojo, porque decir carita ruborizada es poco. La escolté hasta el local, donde de una tímida billetera desembolsó su pago, con cambio y todo.
17 sept 2008
10 sept 2008
Se dice de un blog...
Se dice que un blog mide su éxito por sus lectores, un blog tiene más lectores cuanto más contundente y auto referencial es. A mí me cuesta mucho esto de la contundencia, sabido es la imposibilidad de no irme por las ramas, me pierdo es descripciones irrelevantes mientras convierto a un simple arbolito en una unidad de tiempo y medida que vagabundea entre la felicidad y la angustia.
Aún así, he tenido una época en la cual apelaba al anecdotario, por lo cual, la gerencia, a saber YO, va a recuperar las mismas, les dará un toque de maquillaje y verán la luz nuevamente. Luego, intentaré re-crear nuevas situaciones, inverosímiles o no, pero siempre reales.
Ojo, la exageración es un recurso de la cual la madre naturaleza, por no decir Mirta, me dotó y no voy a negar ni vender al mejor postor justo ahora.
Siempre quedará el lugar para el vire seudo sentimental y complejo, mal llamado por otros jodido, o quizá bien llamado jodido, me reservaré ese análisis para otra circunstancia.
Dicho sea de paso, hago una serena y sincera invitación a cada uno que desea que mi lápiz, mejor dicho, teclado le relate una historieta con diferentes niveles de verosimilitud.
Desde ya, Muchas Gracias.
PD.: Hechos de delincuencia con consecuencias penales abstenerse.
Aún así, he tenido una época en la cual apelaba al anecdotario, por lo cual, la gerencia, a saber YO, va a recuperar las mismas, les dará un toque de maquillaje y verán la luz nuevamente. Luego, intentaré re-crear nuevas situaciones, inverosímiles o no, pero siempre reales.
Ojo, la exageración es un recurso de la cual la madre naturaleza, por no decir Mirta, me dotó y no voy a negar ni vender al mejor postor justo ahora.
Siempre quedará el lugar para el vire seudo sentimental y complejo, mal llamado por otros jodido, o quizá bien llamado jodido, me reservaré ese análisis para otra circunstancia.
Dicho sea de paso, hago una serena y sincera invitación a cada uno que desea que mi lápiz, mejor dicho, teclado le relate una historieta con diferentes niveles de verosimilitud.
Desde ya, Muchas Gracias.
PD.: Hechos de delincuencia con consecuencias penales abstenerse.
Pasó el ruido, el sol se escondió, la niebla se disipó entre las calles, las risas agotaron su ruido, levemente los autos ya no revelaron su transitar por el pavimento lastimado. El día termina…y mi mejor amiga me escucha una vez más.
Ella espera mis confesiones, aguarda que vuelva a contar la misma historia, soporta mi llanto, supera el hecho de que empiece la disertación otra vez, permite que sea yo quién de las dos elijamos la música.
Es mi única testigo, ella realmente conoce mis secretos, y espera cada noche que yo vierta mi miedo más tembloroso, conoce la tristeza de mis ojos al encontrarme nuevamente en la penumbra, sola, frente a ella, inventando historias que se visten de belleza.
Quizá no tenga nada nuevo, la tinta no bautiza su blancura, nace del pecado de conocer su destino, acepta quedar escondida tras la fatiga de la superación y la mentira. Ella me acepta tal y cual como soy, no me aconseja. No me protege de ningún peligro, ni siquiera de mí.
Ella me observa, mientras intento envenenarme con un jazz, abrazada a las sábanas fundidas por mi nido de sal.
Ella espera mis confesiones, aguarda que vuelva a contar la misma historia, soporta mi llanto, supera el hecho de que empiece la disertación otra vez, permite que sea yo quién de las dos elijamos la música.
Es mi única testigo, ella realmente conoce mis secretos, y espera cada noche que yo vierta mi miedo más tembloroso, conoce la tristeza de mis ojos al encontrarme nuevamente en la penumbra, sola, frente a ella, inventando historias que se visten de belleza.
Quizá no tenga nada nuevo, la tinta no bautiza su blancura, nace del pecado de conocer su destino, acepta quedar escondida tras la fatiga de la superación y la mentira. Ella me acepta tal y cual como soy, no me aconseja. No me protege de ningún peligro, ni siquiera de mí.
Ella me observa, mientras intento envenenarme con un jazz, abrazada a las sábanas fundidas por mi nido de sal.
8 sept 2008
déjà vu
La reiteración se apodera de mi mente, juega conmigo, me somete a trucos que inesperadamente me sorprenden. Es como ese francés engaño de la mente que ve como una premonición la simple casualidad de que todo se parezca tanto.
El padecimiento que acuso me soborna, me subleva a escribir veintena de veces la misma historia, como si el argumento fuera único. Primero repetí este cuento de los viajes en colectivo hasta el cansancio, aunque en ese aspecto me defiendo, la mitad de mis horas las paso arriba de ellos. Mi vida es un viaje interminable, y no me vengan con que la de ustedes también, estoy a punto de armar un grupo en fasebook que se llama “tengo un bulo en el 55”. Después de agotar(me) sobre este menester arribé al espantoso claustro de la falta de ideas, esta ausencia remota y absorbente que me anula, que no dice nada, que me fatiga de ausencia.
No me acuerdo bien la persona, el lugar o la circunstancias, una vez alguien dijo que en su epitafio quería que dijese: “hoy nada logró sorprenderme”. Ahora ustedes se preguntaran a que demonios, por no decir otra cosa, viene eso. La respuesta es simple, así tenga que reiterar todo, porque en mi mente viaje un avión donde los pasajeros son tres verbos, diez sustantivos, veinte adjetivos y una par de conectores locos, no voy a dejar de escribir. Porque aunque los recursos sean escasos, los tiempos (verbales) inexactos, las palabras haraganas, sigo encontrando excusas que me sorprenden para poner el motor en marcha y sobrevolar con el miedo como equipaje en los bastos campos de las desnudas hojas a la espera de historias.
El padecimiento que acuso me soborna, me subleva a escribir veintena de veces la misma historia, como si el argumento fuera único. Primero repetí este cuento de los viajes en colectivo hasta el cansancio, aunque en ese aspecto me defiendo, la mitad de mis horas las paso arriba de ellos. Mi vida es un viaje interminable, y no me vengan con que la de ustedes también, estoy a punto de armar un grupo en fasebook que se llama “tengo un bulo en el 55”. Después de agotar(me) sobre este menester arribé al espantoso claustro de la falta de ideas, esta ausencia remota y absorbente que me anula, que no dice nada, que me fatiga de ausencia.
No me acuerdo bien la persona, el lugar o la circunstancias, una vez alguien dijo que en su epitafio quería que dijese: “hoy nada logró sorprenderme”. Ahora ustedes se preguntaran a que demonios, por no decir otra cosa, viene eso. La respuesta es simple, así tenga que reiterar todo, porque en mi mente viaje un avión donde los pasajeros son tres verbos, diez sustantivos, veinte adjetivos y una par de conectores locos, no voy a dejar de escribir. Porque aunque los recursos sean escasos, los tiempos (verbales) inexactos, las palabras haraganas, sigo encontrando excusas que me sorprenden para poner el motor en marcha y sobrevolar con el miedo como equipaje en los bastos campos de las desnudas hojas a la espera de historias.
4 sept 2008
Viene o no Viene
Si viene es todo un tema, porque nunca viene en el momento preciso. Si no viene es peor, está más que claro que uno la está esperando, todos nos quedamos más tranquilos si viene. El tema es que “las ideas” son caprichosas, y sé que es un tema recurrente en mis últimos escritos. Pero realmente tengo la necesidad de plasmar en una hoja blanca que espera una idea brillante, la angustia que me significa que no llegue, que no venga.
No voy a decir que planeo escribir un best seller, hace ya largo rato que me di cuenta que no soy de esas personas que frecuentan el éxito. Más bien, soy de las que prueban los sin sabores de la vida, de esas personas a las que todo les cuesta demasiado. Cuando digo todo, es todo. Todo es la amistad, el trabajo, el amor, la familia, la tristeza. La única cuestión que puede llegar a sentirse salvada es el placer. Porque el placer resiste a todo lo anterior, porque el placer es una necesidad y un instinto de tal naturalidad que hasta se lo ve revestido de inocencia. Puedo sentir placer en cosas simples, como por ejemplo saborear un té de rosa mosqueta mientras suena “Barro tal vez”, los carnosos labios de algún amante, siempre mejor seguidos por susurros y caricias..., el placer no se resigna, aparece, como la risa o las lágrimas, es siendo, es deíctico, es tautológico, es propio, impropio y ajeno.
No voy a decir que planeo escribir un best seller, hace ya largo rato que me di cuenta que no soy de esas personas que frecuentan el éxito. Más bien, soy de las que prueban los sin sabores de la vida, de esas personas a las que todo les cuesta demasiado. Cuando digo todo, es todo. Todo es la amistad, el trabajo, el amor, la familia, la tristeza. La única cuestión que puede llegar a sentirse salvada es el placer. Porque el placer resiste a todo lo anterior, porque el placer es una necesidad y un instinto de tal naturalidad que hasta se lo ve revestido de inocencia. Puedo sentir placer en cosas simples, como por ejemplo saborear un té de rosa mosqueta mientras suena “Barro tal vez”, los carnosos labios de algún amante, siempre mejor seguidos por susurros y caricias..., el placer no se resigna, aparece, como la risa o las lágrimas, es siendo, es deíctico, es tautológico, es propio, impropio y ajeno.
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