(Ver comienzo, Cuadernito de lunares rosa)
Una mañana salió a hacer una pequeña recorrida, una práctica como le decía su madre. El cielo había amanecido brillante pero empecinadas nubes lo habían cubierto, tanto que un relámpago dado de la mano de un trueno abrieron compuertas a la lluvia.
Las gotas iban cayendo sobre su cuerpo, por algún extraño motivo se llevaban sus lunares, “los lunares del cielo anulan los lunares del cuerpo” pensó. La lluvia era tan intensa que del suelo fue naciendo un río, sus olas eran tan intensas que se sintió en una aventura de piratas del océano índico. De repente lo vio, un fastuoso barco de papel se acercaba, lento pero firme. Clavó en el barro la ramita que llevaba en su lomo y la trepó, con cuidado esperó que el barco se acercara y cuando encontró la distancia prudencial se tiró a cubierta y navegó.
19 nov 2009
18 nov 2009
En el trabajo
Una servidora: Uhhh!! Fer se olvidó el cuaderno otra vez!
Tramitecito Bancario: Si, hoy anunciaban…
Asombro Generalizado.
Tramitecito Bancario: …lluvia.
Tramitecito Bancario: Si, hoy anunciaban…
Asombro Generalizado.
Tramitecito Bancario: …lluvia.
16 nov 2009
Cuadernito de lunares rosa.
(Apuntes para la vida real)
Se rindió. Nunca podría aspirar a ser otra cosa. Su destino se marcó el día de su nacimiento. Era una simple hormiga. Sólo, que era una hormiga que quería ser paleontóloga, soñaba con conquistar enormes sábanas de dos plazas y descubrir impecables tesoros dentro de las burbujas de agua de anónimas peceras.
Su madre la preparaba desde muy pequeña para el futuro, cada día le anotaba en un cuadernito de lunares rosas recomendaciones para la carga de hojas y ramitas, punto por punto, aclaración por aclaración, escribía con minuciosidad. Era una hormiga obrera, qué otra cosa podría tener anotada en su perfecto y pulcro cuadernito de lunares rosa. Indicaciones para la vida real, nada de indicaciones para soñar.
Camino a los jardines solía detenerse en los charcos de agua y contemplar su reflejo, se imaginaba con un gigante casco con linterna y un traje especial para las profundidades de algún cajón de madera o cartón. Pequeñas lágrimitas color ámbar le caían y murmuraba “¿dónde está mi cuadernito de apuntes para soñar? ¿Quién me lo robó, quiero los lunares de soñar?”. Pero las palabras de su madre le rezaban diariamente que no existían tales lunares, ni cuadernos, ni siquiera sueños. Ella sabía que no era cierto, sus sueños eran tan claros que podía tocarlos, sentía su pesado casco, su caluroso traje.
Poco a poco, su cuadernito de lunares rosa se pobló de recomendaciones que eran tan extensas como odiosas, también se le llenó de lunares rosa el cuerpo. “ALERGIA”, sentenció el doctor con severidad. Y los lunares le dolían, le ardían, le pesaban. Como si cuadernitos de lunares rosa estuvieran adheridos en su frágil cuerpito.
Continuará…
Se rindió. Nunca podría aspirar a ser otra cosa. Su destino se marcó el día de su nacimiento. Era una simple hormiga. Sólo, que era una hormiga que quería ser paleontóloga, soñaba con conquistar enormes sábanas de dos plazas y descubrir impecables tesoros dentro de las burbujas de agua de anónimas peceras.
Su madre la preparaba desde muy pequeña para el futuro, cada día le anotaba en un cuadernito de lunares rosas recomendaciones para la carga de hojas y ramitas, punto por punto, aclaración por aclaración, escribía con minuciosidad. Era una hormiga obrera, qué otra cosa podría tener anotada en su perfecto y pulcro cuadernito de lunares rosa. Indicaciones para la vida real, nada de indicaciones para soñar.
Camino a los jardines solía detenerse en los charcos de agua y contemplar su reflejo, se imaginaba con un gigante casco con linterna y un traje especial para las profundidades de algún cajón de madera o cartón. Pequeñas lágrimitas color ámbar le caían y murmuraba “¿dónde está mi cuadernito de apuntes para soñar? ¿Quién me lo robó, quiero los lunares de soñar?”. Pero las palabras de su madre le rezaban diariamente que no existían tales lunares, ni cuadernos, ni siquiera sueños. Ella sabía que no era cierto, sus sueños eran tan claros que podía tocarlos, sentía su pesado casco, su caluroso traje.
Poco a poco, su cuadernito de lunares rosa se pobló de recomendaciones que eran tan extensas como odiosas, también se le llenó de lunares rosa el cuerpo. “ALERGIA”, sentenció el doctor con severidad. Y los lunares le dolían, le ardían, le pesaban. Como si cuadernitos de lunares rosa estuvieran adheridos en su frágil cuerpito.
Continuará…
12 nov 2009
¿Dime quién me lo robó?
Mirábamos de pie
por la ventana al sol,
al cielo, las nubes y a Dios.
Sabía yo creer
el cuento sin razón
al hada, la bruja y a vos.
Sabía correr,
podía reír
y creo también
era feliz.
La escuela estaba ahí
esperando por mí,
mi patio, mi banco marrón
Todo estaba muy bien
si sabía la lección
de historia, de inglés o de amor.
Siempre fue igual
mi profesor,
siempre tuvo
él la razón.
Un día descubrí
que empezaba a crecer,
sentí, lloré y creí.
De pronto fui un varón
que no tenia mujer
y quise poderla conseguir
Que tonto fui
se rió de mí,
y que iba a hacer,
me reí también.
Y ahora miro atrás un poco
y hace tanto que paso,
y todo lo que yo amaba
ya no es mío y se escapó.
Y ahora estoy tan confundido,
niebla y humo alrededor.
¿Dónde esta el sol?
¿dónde esta Dios?
Dime quien me lo robó.
Y vuelvo a caminar
y empiezo a recordar,
mi casa, mi padre y Jesús.
Y tengo que elegir,
es tiempo de partir,
mi vida, mi amor y mi luz.
No sé muy bien
que voy a hacer,
quiero a mi fe,
quiero crecer
por la ventana al sol,
al cielo, las nubes y a Dios.
Sabía yo creer
el cuento sin razón
al hada, la bruja y a vos.
Sabía correr,
podía reír
y creo también
era feliz.
La escuela estaba ahí
esperando por mí,
mi patio, mi banco marrón
Todo estaba muy bien
si sabía la lección
de historia, de inglés o de amor.
Siempre fue igual
mi profesor,
siempre tuvo
él la razón.
Un día descubrí
que empezaba a crecer,
sentí, lloré y creí.
De pronto fui un varón
que no tenia mujer
y quise poderla conseguir
Que tonto fui
se rió de mí,
y que iba a hacer,
me reí también.
Y ahora miro atrás un poco
y hace tanto que paso,
y todo lo que yo amaba
ya no es mío y se escapó.
Y ahora estoy tan confundido,
niebla y humo alrededor.
¿Dónde esta el sol?
¿dónde esta Dios?
Dime quien me lo robó.
Y vuelvo a caminar
y empiezo a recordar,
mi casa, mi padre y Jesús.
Y tengo que elegir,
es tiempo de partir,
mi vida, mi amor y mi luz.
No sé muy bien
que voy a hacer,
quiero a mi fe,
quiero crecer
10 nov 2009
Pure Narcotic
You keep me waiting
You keep me alone in a room full of friends
You keep me hating
You keep me listening to the Bends
No amount of pointless days
Can make this go away
You have me on my knees
You have me listless and deranged
You have me in your pocket
You have me distant and estranged
No narcotics in my brain
Can make this go away
I'm sorry that, I'm sorry that I'm not like you
I worry that I don't act the way you'd like me to
You find me wanting
You find me bloodless but inspired
You find me out
You find me hallucinating fire
No narcotics in my brain
Can make this go away
Have we ever been here before?
Running headlong at the floor
Leave me dreaming on a railway track
Wrap me up and send me back
You keep me alone in a room full of friends
You keep me hating
You keep me listening to the Bends
No amount of pointless days
Can make this go away
You have me on my knees
You have me listless and deranged
You have me in your pocket
You have me distant and estranged
No narcotics in my brain
Can make this go away
I'm sorry that, I'm sorry that I'm not like you
I worry that I don't act the way you'd like me to
You find me wanting
You find me bloodless but inspired
You find me out
You find me hallucinating fire
No narcotics in my brain
Can make this go away
Have we ever been here before?
Running headlong at the floor
Leave me dreaming on a railway track
Wrap me up and send me back
Julia y los otros
Julia tenía las valijas armadas pero no las veía, convencida de llevarse lo suficiente tomó la decisión de abandonar el “nido”, como llamaba su madre al caserón que la vio crecer. Para Julia ahí no quedaba nada, apenas si penumbras, salones vacíos y los disfraces de las marionetas que algún director autoritario intentó amaestrar.
En la casa de al lado, sin embargo, quedaba Juan y un pasado triste, sin recuerdos, sin fotos o regalos. Se planteó durante dos segundos si debería entrar y pasar la noche ahí. No por nostalgia, era claro que ya no quedaba signos de sentimiento alguno por él, sino por miedo, en la calle estaba peligroso y seres que hablaban en un extraño idioma perseguían a los transeúntes.
La policía no había podido determinar si estos “otros” perseguían para secuestrar, si eran extraterrestres, zombis, o personajes en busca de autor parecían más bien religiosos brasileros que buscaban alistar a como de lugar a nuevos devotos.
Ellos quizá sólo necesitaban que escuchen sus sin sentidos perturbando la razón y el entendimiento, quizá era ese su alimento.
Tomó la decisión, en un instante, lo saludó a Juan y se fue con uno de los muchachos que estaba en la reunión. El también tenía que salir y lo mejor sería que se acompañen. En los tiempos que corrían confiar no era buena opción. A unas cuadras de su casa el amigo de Juan empezó a hablar en un extraño lenguaje, evitando que Julia llegara a destino, hablando y hablando cosas que ella no llegaba a distinguir, se desesperó, lloró y sintió que el final de su cambio era la muerte, sintió un encierro poderoso y perverso.
Los sinuosos laberintos de la calle desembocaron en una extraña península, donde a través de un furtivo encuentro con su ángel logró escapar de su confuso acompañante, engañándolo. Se hizo pasar por una vendedora, era sabido que aquellos seres no compraban nada, no sabían cómo, nadie les entendía y la primera reacción eran gritos y llantos.
El luminoso local tenía una puerta trasera, apenas encontró oportunidad Julia corrió hacia la libertad, más bien, salió a una calle oscura, larga, casi eterna…tan eterna como lo permitió su reloj.
En la casa de al lado, sin embargo, quedaba Juan y un pasado triste, sin recuerdos, sin fotos o regalos. Se planteó durante dos segundos si debería entrar y pasar la noche ahí. No por nostalgia, era claro que ya no quedaba signos de sentimiento alguno por él, sino por miedo, en la calle estaba peligroso y seres que hablaban en un extraño idioma perseguían a los transeúntes.
La policía no había podido determinar si estos “otros” perseguían para secuestrar, si eran extraterrestres, zombis, o personajes en busca de autor parecían más bien religiosos brasileros que buscaban alistar a como de lugar a nuevos devotos.
Ellos quizá sólo necesitaban que escuchen sus sin sentidos perturbando la razón y el entendimiento, quizá era ese su alimento.
Tomó la decisión, en un instante, lo saludó a Juan y se fue con uno de los muchachos que estaba en la reunión. El también tenía que salir y lo mejor sería que se acompañen. En los tiempos que corrían confiar no era buena opción. A unas cuadras de su casa el amigo de Juan empezó a hablar en un extraño lenguaje, evitando que Julia llegara a destino, hablando y hablando cosas que ella no llegaba a distinguir, se desesperó, lloró y sintió que el final de su cambio era la muerte, sintió un encierro poderoso y perverso.
Los sinuosos laberintos de la calle desembocaron en una extraña península, donde a través de un furtivo encuentro con su ángel logró escapar de su confuso acompañante, engañándolo. Se hizo pasar por una vendedora, era sabido que aquellos seres no compraban nada, no sabían cómo, nadie les entendía y la primera reacción eran gritos y llantos.
El luminoso local tenía una puerta trasera, apenas encontró oportunidad Julia corrió hacia la libertad, más bien, salió a una calle oscura, larga, casi eterna…tan eterna como lo permitió su reloj.
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