Es un laberinto de paredes demasiado altas, al menos para mí, un encierro definitivo como el de la piel, que abriga pero también asfixia.
Esas llaves, las mismas de siempre, no paran de cerrar las mismas puertas que se empecinan a quedar abiertas.
¿Y vos? ¿De qué lado de la puerta principal te vas a quedar? Porque cuentan que los miedos que habitan el laberinto temen cerrar algunas para ya no abrirlas más.
5 abr 2011
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