Había una vez….no voy a decir “truz”, a pesar de que formo parte del club de asociados a los chistes malos. En realidad, formo varios clubes…eso me recuerda una charla reciente con tres amigos, a los cuales voy a reservarme la identidad, ya que quiero protegerlos, de ellos mismos por supuesto.
Situación cotidiana: Viaje en colectivo, miro por la ventanilla y noto que la próxima es mi parada (sin connotaciones) por lo cual procedo a levantarme tocar el timbre y esperar a que el Señor Colectivero (o bondinero) estacione y abra puertas, claro que antes de que esto suceda y aún habiendo ya tocado el timbre el/la de atrás no sólo vuelve a tocar timbre sino que pregunta “bajas?”, antes de que este sujeto pregunte suelo decir con tono cortante y poco amistoso “Ya toqué!” o responder “Si!”, cuando en realidad tengo ganas de decirle “ y a vos que te parece? Que tocar timbres en paradas y esperar que la puerta se abra es deporte nacional, te parece que estoy por suicidarme y te da miedo que no me anime pedazo de infeliz!!”
La cuestión es que llegué a pensar que era parte de mi mal humor y poca tolerancia, lo cual es probablemente así, pero resulta que no estoy solita y estos tres individuas antes ya mencionados comparten este malestar.
Cuál es la razón de empezar esto así, no hay, será este un lugar para que yo transcriba conversaciones, quizá, la imaginación es algo que se agota a pasos agigantados, será este un lugar para que intente hacer análisis filosóficos con fines claramente narcisistas, imposible, de hecho no sé ni lo que quise decir, así que no intenten saber que quiero decir con esto, tampoco intenten traducir alguna metáfora que se escape por ahí, y acepten la idea de cargar de sentido propio al texto, es decir, hagan con lo que lean aquí los que les parezca.
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