19 mar 2009

Simple.
Era el despertar del instinto que por pereza venía dormido hacía varios meses. No era sueño, ni siquiera tristeza. Todo estaba teñido por la vasta enfermedad del acostumbramiento.
Los recuerdos quedaban cesantes en algún rincón del cuerpo, escondidos entre los surcos de piel gastada.
Las mismas palabras, en un viaje eterno y circular. Trazaban espirales agotadores, portadoras de insomnio.
Un retorno estéril y apesadumbrado. Como si el vocabulario fuese una minúscula ciudad sin puertas, sin sombras.
Un juego controlado, predestinación, que se perdía en el camino, por vislumbrar voces que incendiaban la falta de cordura.
¿Cuándo se callarán las voces?, ¿cuándo dictarán el final ficticio de un principio incierto?

2 comentarios:

FABIAN dijo...

Hay tres posibilidades. NO, NO y NO.

NO!

En todo caso, una cuarta.

(Por acá no te creas que todas son rosas, ni por asomo)

FABIAN dijo...

¡ por eso me pediste el -n !

:D