25 may 2008

Una Construcción

El desafío de la página en blanco supera ampliamente el de las prendas de televisión, el instante decisivo de dar vida, matar la muerte de la página en blanco y parir creatividad.
El volumen al mango mientras suena esa canción que estimula la memoria emotiva, el viaje a la estratosfera de los recuerdos (no siempre evocando situaciones lejanas, lejanísimas), exagerar las sensaciones y ser un personaje que transita las mesetas de un camino tan incierto como el punto y coma.
Todo acompañado de la gran incógnita “eliminar” o “guardar como”, resuelto eso se pasa directamente a “publicar” o “dejar que el destino se encargue”. El paso siguiente es cuando la voz de un viejo profesor de literatura explicaba la cualidad inherente de escribir, quien con gran contundencia afirmaba “escribir es un hecho meramente onanista y cargado de vanidad”, pero el no decía del fracaso que te agobia en el cuerpo cuando la hoja queda radiante y de plena al vacío.

“La realidad toca la puerta de Alguien, Alguien no logra reconocerlo tras el disfraz y el cabello enjambrado repleto de arena.”

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