8 sept 2008

déjà vu

La reiteración se apodera de mi mente, juega conmigo, me somete a trucos que inesperadamente me sorprenden. Es como ese francés engaño de la mente que ve como una premonición la simple casualidad de que todo se parezca tanto.
El padecimiento que acuso me soborna, me subleva a escribir veintena de veces la misma historia, como si el argumento fuera único. Primero repetí este cuento de los viajes en colectivo hasta el cansancio, aunque en ese aspecto me defiendo, la mitad de mis horas las paso arriba de ellos. Mi vida es un viaje interminable, y no me vengan con que la de ustedes también, estoy a punto de armar un grupo en fasebook que se llama “tengo un bulo en el 55”. Después de agotar(me) sobre este menester arribé al espantoso claustro de la falta de ideas, esta ausencia remota y absorbente que me anula, que no dice nada, que me fatiga de ausencia.
No me acuerdo bien la persona, el lugar o la circunstancias, una vez alguien dijo que en su epitafio quería que dijese: “hoy nada logró sorprenderme”. Ahora ustedes se preguntaran a que demonios, por no decir otra cosa, viene eso. La respuesta es simple, así tenga que reiterar todo, porque en mi mente viaje un avión donde los pasajeros son tres verbos, diez sustantivos, veinte adjetivos y una par de conectores locos, no voy a dejar de escribir. Porque aunque los recursos sean escasos, los tiempos (verbales) inexactos, las palabras haraganas, sigo encontrando excusas que me sorprenden para poner el motor en marcha y sobrevolar con el miedo como equipaje en los bastos campos de las desnudas hojas a la espera de historias.

1 comentario:

FABIAN dijo...

enconscientecolectivo