Costos I

Cuánto cuesta la libertad, cuánto cuesta el bienestar es la pregunta mientras repasa números para hacer cursos. La búsqueda se hace cuesta arriba cada vez que recuerda la voz de su madre que a gritos proclama “y eso para qué te sirve” “como te gusta tirar la plata a la basura”. La pregunta: ¿vale la pena o no?, se diluye y por momentos el discurso materno cobra un sentido infernal y lo preponderante en la búsqueda es el gasto, el costo monetario y hasta físico (ir, venir, volver, etc.), como si nada tuviera una ganancia, como si disfrutar fuera una especie de pecado culposo. Entonces, las letras de los cursos se convierten en laberintos sin salida, con altos tapiales que ponen fin eterno a la contradicción. Si tan sólo pudiera usar la goma de borrar en sus cuentos escritos en lápiz o el “backspace”, si tan sólo lo intentara, esos laberintos podrían ser más rectos y menos eternos, si tan sólo pusiera “stop” a los murmullos viejos.


Pero es fácil filosofar sobre las vidas ajenas, “el mundo todos lo solucionan en una charla de café” lástima que tarden tanto esos mundos en ponerse de acuerdo.